El 26 de agosto de cada año en Chile se celebra el día de la formación técnica. La definición de éste día se basa en el entonces presidente Juan Antonio Ríos quien dictó el Decreto Supremo N°64.817, el cual creó la hoy extinta Dirección General de Enseñanza Profesional, dependiente del Ministerio de Educación Pública y que reemplazara el sistema de oficios y artesanos que existían hasta el momento.

El presidente Ríos fue el primero en reconocer la importancia de la educación técnica en el desarrollo productivo del país al dar vida a esta nueva modalidad educativa -cuyo fin es la formación integral de estudiantes para el mundo laboral-, constituyéndose en un importante motor de desarrollo personal, familiar y local.

Pero no fue sino que hasta el 7 de diciembre de 1965 cuando el presidente Eduardo Frei Montalva, a través del Decreto Supremo N°27.852, reconoció definitivamente la distinción entre la educación técnico-profesional y la científico-humanista que sigue vigente hasta hoy.

El 40% de los estudiantes secundarios egresa de una especialidad técnico profesional. En el caso de la educación superior, el 51% de las y los estudiantes estudian carreras técnico-profesionales, estando el 44% de ellos y el resto en universidades que ofrecen carreras técnicas.

El actual entorno económico y el avance de la técnica desafiará a muchos a transformarse, no podrá estudiar carreras universitarias largas de más de 10 o 12 semestres, necesita adecuarse para el nuevo mercado laboral que surgirá del entorno post pandemia. Lo anterior se verá acrecentado con el uso de la tecnología, la llegada de la inteligencia artificial, machine Learning, todas estas nuevas tecnologías requerirán nuevas profesiones que obligarán a muchos trabajadores a reconvertirse y adquirir nuevas competencias laborales para el entorno profesional que llegará post pandemia. Nuestro país puede influir en la educación técnico profesional que será un actor relevante para el nuevo entorno que tendremos que vivir.