En un reciente artículo publicado por el profesor Enrique Dans tomando como referencia un artículo en MIT Tech Review, «The pandemic has changed how criminals hide their cash—and AI tools are trying to sniff it out«, describe cómo la pandemia de coronavirus, con sus confinamientos, la interrupción de los viajes y de muchísimas actividades con trascendencia económica o con manejo de dinero en metálico, ha provocado serios problemas a los delincuentes que intentan regularizar dinero procedente de fuentes irregulares.

Las técnicas criminales están cada vez más presentes en nuestro entorno, se desarrollan, aprenden, investigan, son sofisticadas, esto desafía a las policías a estar revisando permanentemente sus estrategias para abordarlas. Pero el uso de la tecnología de la inteligencia artificial estos organismos pueden adelantarse a las conductas delictivas, tratando de identificar aquellas acciones que pueden revestir el carácter de conductas ilícitas para investigar y eventualmente imputar la comisión de delitos, pero el desafío es tener los medios suficientes a nivel probatorio como también evitar que se generen sesgos, definido por la RAE como Error sistemático en el que se puede incurrir cuando al hacer muestreos o ensayos se seleccionan o favorecen unas respuestas frente a otras.“

Pues bien, enunciado lo anterior, el uso de patrones de comportamiento también es aplicable al campo delictivo, más aún, en el actual entorno de mercados más ajustado, contraído, que permitiría transparentar aquellas operaciones que pueden ser delictivas o conductas de anomalías, un tema interesante, pero que no debe dejar espacios para discriminaciones y eventualmente a sesgos.