En el entorno digital que estamos viviendo y cada vez más presionado por la conectividad ante la crisis sanitaria, aparece un concepto reciente, el legal design.
El derecho es complejo por si mismo, se hace necesario traducirlo de manera sencilla para los prospectos y para los clientes finales, debemos ser capaces de hacer fácil lo complejo, allí tenemos diversas herramientas que apoyan esta labor y el legal design llega con ese fin.
El legal design como área de conocimiento nace hace tan solo 5 años en la universidad de Stanford como consecuencia de la aplicación sistemática de la metodología design thinkingal ámbito jurídico. Se utiliza para crear productos, servicios e incluso modelos de negocio innovadores.
Esta modalidad de diseño integra la planificación y la organización de personas, estructuras, canales de comunicación y todos los otros aspectos que conforman un servicio con el fin de mejorar la calidad de la interacción entre el prestador de servicios y los usuarios.
Hay dos características esenciales del legal design que lo diferencian del resto de disciplinas de innovación legal (i) su foco en el usuario. La experiencia de usuario es un aspecto que pocas veces se tiene en cuenta cuando abordamos un problema jurídico. Aquí, todo el procedimiento de creación está dirigido a solucionar las necesidades del cliente final.
(Fuente: THETECHNOLAWGIST)