El sector salud se enfrenta a un panorama complejo en cuanto a ciberseguridad. La naturaleza sensible de la información que manejan, desde historiales médicos hasta datos financieros, los convierte en un blanco atractivo para los ciberdelincuentes.

Uno de los principales desafíos es la superficie de ataque en expansión. La proliferación de dispositivos médicos conectados a la red, el auge de la telesalud y la creciente dependencia de sistemas digitales amplían las posibles vías de acceso para los atacantes. Además, la heterogeneidad de los sistemas y tecnologías dificulta la implementación de medidas de seguridad consistentes. Hospitales y clínicas suelen operar con una mezcla de sistemas heredados y nuevas tecnologías, lo que crea vulnerabilidades y dificulta la aplicación de parches y actualizaciones de seguridad.

Otro desafío crucial es la falta de concienciación y capacitación en ciberseguridad. El personal médico y administrativo puede no estar familiarizado con las mejores prácticas de seguridad, como el manejo de contraseñas, la identificación de correos electrónicos de phishing o el uso seguro de dispositivos móviles. Esto aumenta el riesgo de errores humanos que pueden comprometer la seguridad de los datos.

A lo anterior se suma la limitación de recursos, tanto financieros como humanos. Las organizaciones de salud, especialmente las más pequeñas, pueden carecer del presupuesto o el personal especializado necesario para implementar y mantener un programa de ciberseguridad sólido. La combinación de estos factores crea un ambiente propicio para los ciberataques, poniendo en riesgo la privacidad de los pacientes, la integridad de los datos médicos y la continuidad de las operaciones.