Una institución que está vigente en el mundo desde el año 1000 es la Universidad. Esta institución ha experimentado cambios y transformaciones acorde a la evolución de la sociedad y del desarrollo de la técnica. No se puede desconocer que tiene la capacidad de adaptarse, pero el entorno del siglo XXI le presenta importantes desafíos, en especial cuando vemos que cada vez más estudiantes acceden a ella y la responsabilidad para generar espacios de formación adecuadas al contexto de lo que los sectores productivos necesitan la desafía enormemente.
La importancia de formar profesionales que tengan la capacidad de innovar, emprender, liderar y trabajar en equipo es basal. Requieren fortalecer capacidades de trabajo grupal y el desarrollo de competencias que fortalezcan habilidades, destrezas y actitudes necesarias para que junto al conocimiento sean las herramientas que le permitan a los estudiantes enfrentar los desafíos de las disciplinas ello les permitará llevar a la práctica los conocimientos y adaptarse a los cambios permanentes del mercado laboral. El desarrollo de un estudiante holístico con competencias indirectas es esencial si las universidades quieren mantener su relevancia y no quedar fuera de juego.
Por su parte, los Universidades deben dejar de tener en el centro al profesor y reemplazarlo por el estudiante. Requiere que sus planes de estudios respondan a las necesidades del mercado laboral. El papel de profesor siempre estará presente para motivar, desarrollar el pensamiento crítico, incentivar la investigación profunda, desplegar las habilidades socioemocionales de cada alumno, el trabajo en equipo, el intercambio social en el aula, y por sobre todas las cosas, el ejemplo a seguir.