En un viaje que hice el año pasado a New York y al entrar a varias librerías, la tendencia eran los e-books ellos estan en los principales penales de venta y en la mejor posición de la tienda. Al viajar en avión o en las universidades tiendo a ver a muchas personas con sus ebook, bien sea una tablet o los kindle claro la comodidad de estos equipos, livianos, con conexión a internet y una gran variedad de títulos los hace atractivo a los usuarios. Pero en Europa y tras un reciente estudio se ha descubierto cuál es el motivo de que los ebooks no despegan en las ventas, increible para un mercado que tiene altas tasas de alfabetismo y de capacidad de poder adquisitivo. El estudio realizado indica que el elevado precio de la versión digital a pesar de que sus costos de distribución resultan ínfimos comparado con la edición de papel.
Tras año y medio de investigación, la Dirección General de Competencia de la CE, dirigida por el comisario Joaquín Almunia, ha concluido que el precio actual del ebook de las principales editoriales del continente está amañado, al menos, cuando lo distribuyen a través de Apple.
Nada menos que el grupo francés Hachette; los británicos Pearson (propietaria de Penguin) y Simon & Schuster; el estadounidense Harper Collins, y el alemán Holtzbrinck/McMilan habían suscrito un acuerdo de distribución con la multinacional informática estadounidense que, según la CE, incluía cláusulas que “podían aspirar a elevar los precios de los libros electrónicos en el mercado europeo o impedir la aparición de precios más bajos”.
Los acuerdos anulados sustituían el modelo de distribución mayorista por el de agencia, que permite al editor ejercer un mayor control sobre el precio final de venta. E incluían una cláusula que garantizaba a Apple la mejora de las condiciones (de precio y comisión) que disfrutaran otros distribuidores. Bruselas considera que esa cláusula (conocida como nación más favorecida) incendiaba a los editores a presionar a otros distribuidores para que también aceptasen el modelo de agencia y así no ver reducidos sus márgenes.
Fuente: Cinco días