Las nuevas murallas de internet

El Mercurio ha publicado un artículo The Economist sobre los controles de internet, ante el avance de nuestro pa

Cuando George W. Bush se refirió a “los rumores sobre, eh, las internets” durante la campaña presidencial de 2004, se burlaron de él por su despiste e “internets” se convirtió en un modismo para la falta de conocimiento del mundo on line. Pero lo que parecía ignorancia, ahora parece muy presente. Como diferentes fuerzas remolcan la internet, está en peligro de perder su universalidad y fragmentarse en diferentes dominios digitales.

Internet es tanto un pacto comercial como una invención. Una red de redes, ha crecido a una velocidad sorprendente en los últimos 15 años, porque mientras más grande se torna, más hacía sentido a otras redes conectarse a ella. Sus estándares abiertos hicieron esas interconexiones baratas y fáciles, eliminando las barreras existentes entre las redes académicas, corporativas y de consumidores (¿recuerda CompuServe y AOL?).

Así como un tratado de libre comercio entre países aumenta el tamaño de los mercados y potencia las ganancias por el comercio, internet llevó a grandes ganancias por el intercambio de datos y permitió que la innovación floreciera. Pero ahora es tan grande y ampliamente usada, que los operadores de países, empresas y redes quieren levantar murallas o hacer una parte de sus negocios de manera diferente para promover sus propios intereses políticos o comerciales.

Los cortafuegos

Tres formas de murallas se están construyendo. La primera es nacional. El gran “cortafuegos” chino ya impone estrictos controles en los links de internet con el resto del mundo, monitoreando el tráfico y dejando varios sitios o servicios no disponibles. Otros países, incluidos Irán, Cuba, Arabia Saudita y Vietnam, han hecho cosas similares, y otros gobiernos están estrechando los controles sobre lo que las personas pueden ver o hacer en la red.

Segundo, las compañías están ejerciendo controles construyendo “jardines protegidos”, un enfoque que parecía haber muerto una década atrás. Por ejemplo, Facebook tiene su propio sistema de correo interno y privado. Google tiene un conjunto de servicios integrados basados en la web.

Los usuarios de los dispositivos móviles de Apple tienen acceso a muchos servicios interesantes a través de pequeñas descargas de aplicaciones, más que a través de navegador web. Dictaminando qué aplicaciones están permitidas en sus dispositivos, Apple se ha convertido en un portero. Como las aplicaciones se propagan a otros dispositivos móviles, incluso autos y televisores, otras firmas harán lo mismo.

Tercero, existe preocupación de que las nuevas fuentes de ganancias que buscan los operadores de redes puedan golpear tratos con proveedores de contenido que favorecerían a esos sitios dispuestos a pagar. Al Franken, un senador demócrata, explicó su escenario de pesadilla en un discurso en julio pasado: sitios de derecha de noticias se cargan cinco veces más rápido que los sitios de izquierda. Él y otros defensores de la “neutralidad en la red” quieren nuevas leyes para detener la discriminación entre los diferentes tipos de tráfico. Pero los operadores de las redes dicen que podría obstaculizar la innovación, y los de la derecha ven la neutralidad de la red como un argumento socialista para controlar la internet.

Así, los incentivos usados para favorecer la gran interconexión ahora apuntan hacia otra dirección. Sugerir que “la web está muerta”, como hizo recientemente la revista “Wired”, es ir un poco lejos. Pero la red está perdiendo parte de su apertura y universalidad.

Eso no siempre es malo. Las ganancias que Apple ha cosechado con sus “jardines protegidos” le han permitido entregar servicios y dispositivos que encantan a los clientes, que podrían estar felices de cambiar un poco de apertura por mayor seguridad o facilidad de uso; de lo contrario, pueden irse a otra compañía.

Mientras algunos padres están contentos con la política de Apple de bloquear ciertas aplicaciones atrevidas de sus dispositivos, a quien no le guste podría comprar un Nokia o un teléfono Android. Y las leyes antimonopolio existentes pueden traerse a colación si una empresa establece y luego abusa de una posición; por ejemplo, de operación de telefonía móvil o plataformas de publicidad, algo que aún no sucede.

Las restricciones impuestas por los gobiernos son más problemáticas y más difíciles de lidiar con ellas. No hay mucho que los extranjeros puedan hacer sobre el cortafuegos chino. Pero los gobiernos de Occidente pueden al menos ser un buen ejemplo. El plan de Australia para construir un cortafuegos al estilo chino en un esfuerzo por bloquear la pornografía infantil e instrucciones para construir bombas, por ejemplo, es absurdo, y debe ser desestimado. Sería fácil de evadir, y los enfoques tradicionales de orden público son una mejor forma de manejar estos problemas en vez de jugar con las cañerías de internet.

Los gobiernos con tendencia a la censura pueden ser influidos por argumentos que se enfocan en los beneficios económicos de la apertura. Duy Hoang, un activista por la democracia en Vietnam que vive en Estados Unidos, ha sugerido que los críticos extranjeros estresan el rol de internet en el fomento del comercio, desarrollo, educación y trabajos. Del mismo modo, también podría recordarse cuánto más podrían conseguir los científicos de China si tuvieran acceso libre a la información.

Las compañías están ejerciendo controles construyendo “jardines protegidos”, un enfoque que parecía haber muerto.

Fuente: El Mercurio

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