El lugar donde relata estas historias de creación y de inventar cosas es el que será su futura oficina y taller. Una oficina particular, ya que será compartida con cuarenta o más personajes como él, que harán lo mismo: crear. El Santiago Maker Space será un espacio donde, pagando una membresía, cualquier persona podrá tener su lugar de trabajo y podrá usar una serie de herramientas -desde impresoras 3D a sistemas robóticos para crear circuitos- que normalmente no son de acceso público
La gente que ya está inscrita en el Maker Space está acostumbrada a crear cosas. Los hermanos Aracena, si necesitan un bolso, se lo hacen ellos mismos. El argentino Luciano Lussello inventó un detector de alcohol que impide que el chofer de un vehículo encienda el auto si ha tomado, luego de que un familiar muriera en un accidente automovilístico. El mismo Tiburcio de la Cárcova instaló en el techo de su oficina una pistola de juguete con proyectiles de goma con la que puede “disparar” desde su computador a quienes entran o a los empleados que están flojeando. “Esto es parte de una nueva revolución industrial, que tiene que ver con la microfabricación. Yo puedo hacer cualquier cosa que quiera”, dice De la Cárcova, “antes esto estaba limitado a compañías más grandes”.
Fuente: Qué Pasa