El año 2010 será el año cloud computing. Así lo afirman numerosos analistas y especialistas que ven que se expanden aplicaciones que, en lugar de ser ejecutadas en el ordenador de sobremesa o en el portátil, son alojadas en un servidor, y a las que se accede mediante un navegador cualquiera. Esta expansión se ve facilitada por la masiva adopción de ordenadores ultraportátiles y teléfonos móviles inteligentes, así como por la creciente realidad del teletrabajo y la colaboración en red entre administraciones, empresas y ciudadanos.
Tener los datos, los documentos de texto, las hojas de cálculo, las aplicaciones de gestión de clientes o de stocks, y la coordinación de procesos y proyectos almacenados en servidores de terceros; hacer pasar las comunicaciones personales y profesionales por un navegador, o abrir nuestra participación ciudadana a todo el mundo son posibilidades que nos ofrecen nuevas oportunidades, pero también nuevos retos sobre cómo entendemos el trabajo, las relaciones profesionales o el ejercicio de la democracia.
El mundo en tecnología nos obliga a revisar diversos aspectos, tales como la privacidad en la red, quién tiene acceso a los datos, qué legislación se aplica, en qué país está almacenada la información, este tipo de respuestas son relevantes si se quiere aminorar los niveles de riesgos de las organizaciones.