Hasta que salió en la prensa, siempre que voy a la farmacia me preguntan si tengo tarjeta de cliente frecuente, como no la tengo me piden el número de mi cédula de identidad. ¿Para qué? pregunto, para hacerle un descuento. Las personas somos libres para entregar esa información y por tanto no es obligatorio entregarla. Por otra parte, no puede negarse la empresa sea farmacia, retail o cualquier tienda a rechazar la venta de un producto por ser un rechazo de venta injustificada, pero más allá de la anécdota y del artículo publicado en El Mercurio esto sábado pasado, un tema que debe tomar relevancia en nuestro país es el de la protección de esos datos. La experiencia me dice que no todas las empresas toman los debidos resguardos de la información. Las empresas lo que construyen son perfiles de tendencias de consumo, de cada uno de nosotros, todo ello por que estamos estamos ante la existencia de un marketing relacional, donde pasamos desde una macrosegmentación con ofertas generales a una de microsegmentación en que las ofertas podrán ser dirigidas persona a persona. Pero estamos dispuestos a ceder parte de nuestra libertar, estamos dispuestos a que las empresas puedan realizar una trazabilidad de qué compramos, cuándo, cuánto y cómo pagamos.
Seguimos en Chile sin la existencia de una ley de protección de datos, nuestra actual Ley 19.628 sigue sin ser modificada y los proyectos en el Congreso se van acumulando, varias son las iniciativas que están hoy en discusión en el Congreso. Muchos de estos temas sería resuelto si existiera un organismos que nos de certeza jurídica sobre el tratamiento y resguardo de nuestros datos, pero lo importante es que su creación no sea consecuencia de un engendro legal, como muchas veces pasan en que ya piensan algunos entregarle facultades al Consejo de Transparencia para estas tareas, me parece absurdo que un organismo creado para un objetivo se desnaturalice con otro objetivo. Espero que la nueva administración que asuma a partir de marzo del 2010 tenga presente estos temas.