Si hasta ahora uno de los fraudes más extendidos era el phishing, consistente en engañar a los usuarios para que efectúen operaciones bancarias en servidores web con el mismo diseño que un banco online, el pharming entraña aún mayores peligros.
Básicamente, consiste en la manipulación de la resolución de nombres en Internet, llevada a cabo por algún código malicioso que se ha introducido en el equipo. Cuando un usuario teclea una dirección en su navegador, ésta debe ser convertida a una dirección IP numérica. Este proceso es lo que se llama resolución de nombres, y de ello se encargan los servidores DNS (Domain Name Server). En ellos se almacenan tablas con las direcciones IP de cada nombre de dominio. A una escala menor, en cada ordenador conectado a Internet hay un fichero en el que se almacena una pequeña tabla con nombres de servidores y direcciones IP, de manera que no haga falta acceder a los DNS para determinados nombres de servidor, o incluso para evitarlo.
El pharming consiste en modificar este sistema de resolución de nombres, de manera que cuando el usuario crea que está accediendo a su banco en Internet, realmente está accediendo a la IP de una página web falsa.La estrategia del acechoEl phishing debe su éxito a la ingeniería social, aunque no todos los usuarios caen en estos trucos y su éxito está limitado. Y además, cada intento de phishing se debe dirigir a un único tipo de servicio bancario, por lo que las posibilidades de éxito son muy limitadas.
Por el contrario, el pharming puede atacar a un número de usuarios muchísimo mayor.Además, el pharming no se lleva a cabo en un momento concreto, como lo hace el phishing mediante sus envíos, ya que la modificación de DNS queda en un ordenador, a la espera de que el usuario acceda a su servicio bancario. De esta manera, el atacante no debe estar pendiente de un ataque puntual, como hemos mencionado antes.