Un tema que es de discusión de hoy es el gobierno y administración de Internet.
Los invito a leer una interesante nota publicada por el Mercurio perteneciente a The Economist.
Por qué debiera Estados Unidos controlar internet? Un creciente número de gobiernos se lo pregunta… y, al parecer, razonablemente.
En una reunión diplomática la semana pasada en Ginebra, Suiza, inesperadamente la Unión Europea dejó de apoyar el arreglo actual y se puso del lado de los críticos norteamericanos.
Estados Unidos podría sentirse solo si las negociaciones sobre futuras regulaciones de internet continúan. El punto de vista de los críticos parece poco entendible. Internet no es sólo una herramienta importante de comunicaciones globales, sino también un motor de crecimiento.
Otros países, de forma absolutamente comprensible reclaman por la hegemonía norteamericana sobre algo que importa tanto para su futuro.
Aunque el ejercicio del poder de Estados Unidos en un mundo de ladrillos y morteros puede no haber sido siempre sin defectos, su vigilancia sobre internet, que inventó (a Tim Berners-Lee, un británico, a veces se le acredita la hazaña, pero él creó el World Wide Web), ha sido notable y benigna. Eso probablemente se deba a que la política se ha mantenido fuera. Mientras más tiempo permanezca así, mejor.
En tanto, la mayoría de la gente piensa en internet como algo descentralizado y por ende incontrolable. Eso es bastante cierto, aunque su infraestructura requiere de cierta coordinación, por lo que necesita un poco de supremacía. Esto es actualmente realizado por un grupo sin fines de lucro llamado Corporación de Internet para Nombres y Números Asignados (ICANN). Esta organización opera bajo un contrato del gobierno de Estados Unidos, y consulta a empresas del sector privado, grupos tecnológicos y usuarios.
Gran parte del trabajo de ICANN es aburridamente técnico. Coordina aquellos temas como, por ejemplo, nombres de dominio (como “.com” o “.net”), números de routing y estándares técnicos.
Pero pequeños detalles técnicos pueden tener grandes ramificaciones políticas, e ICANN se ha visto muchas veces involucrada en la controversia. Por ejemplo, muchos países estaban furiosos cuando ICANN consideró crear un nombre de dominio .xxx para los sitios pornográficos. (Diplomáticamente se puso la idea en espera).
Sin embargo, el barco de ICANN ha tenido éxito porque su foco no ha estado centrado en la política, sino en hacer la red lo más eficiente posible. Los debates, a veces fieros, entre los tecnológicos han sido conducidos transparentemente. El resultado ha sido internet abierto a la innovación y a la libre expresión, liderado principalmente por el sector privado y relativamente libre de intervención gubernamental.
Pero como el sistema corre bajo auspicio norteamericano, algunos países están descontentos con este arreglo. Muchos de aquellos que quieren reducir el control de Estados Unidos creen que el trabajo de ICANN debiera ser tomado por una agencia de Naciones Unidas.
Para cualquiera que haya observado por un tiempo el trabajo de las Naciones Unidas, esto suena como una mala idea. No es un accidente que los sistemas telefónicos del mundo permanecieran tan caros y estáticos por tanto tiempo. Éstos han estado fuertemente regulados nacionalmente y los actuales lazos internacionales han sido controlados por el Sindicato Internacional de Telecomunicaciones, un órgano de la ONU que una vez rechazó la idea de internet como favorecedor de un sistema más controlable y eficiente.
El estándar nunca importó mucho. La aproximación del Sindicato Internacional de Telecomunicaciones reflejaba los intereses de los monopolios de telecomunicaciones estatales, que ahora se han remecido por internet.
Tampoco es un accidente que muchas de las más fuertes demandas para quitarles internet a los norteamericanos provienen de países como China, Irán y Arabia Saudita, que están ávidos por restringir el uso a sus ciudadanos. Estos y muchos otros países están esperanzados en hablar en la Reunión Mundial de la de la Sociedad de la Información, de la ONU, para empezar a exprimir el control a Estados Unidos.
Al cambiar su posición la semana pasada, la UE pretende actuar como un “puente” entre Estados Unidos y los otros países. Pero simplemente ha dejado solo a Estados Unidos, con resultados potenciales muy dañinos.
Estados Unidos ha ofrecido ramas de olivo a sus críticos. Este verano, reconoció que otros países tienen soberanía sobre sus direcciones nacionales, y dijo que nunca interrumpiría el sistema. Y, en la reunión de la semana pasada en Ginebra, apoyó la idea de un foro en el que todos los gobiernos puedan discutir estas materias en un “proceso evolutivo”.
Eso suena como un esquema excelente: tan impresionante como la alta velocidad del desarrollo tecnológico es lo lento de las decisiones en los foros internacionales.