¿Qué son los micropagos?

En España más de cuatro millones de internautas utilizan la Red para comprar. El medio de pago más utilizado es la tarjeta de crédito ( 65,4% de los casos) seguida del pago contra reembolso (18,5%). Queda un 16,1% de usuarios que no utilizan ni tarjeta ni reembolso para pagar. Es posible que una parte importante de este porcentaje se deba a compradores que han utilizado sistemas de micropago. Estos usuarios no se verían reflejados en las estadísticas al operar con métodos que no precisan necesariamente de registro de datos.

Cinco duros virtuales

Los sistemas de micropago están diseñados para compras muy pequeñas, de unos pocos euros, lo que tradicionalmente se han llamado los cinco duros. Su filosofía se basa en que el usuario compra por anticipado el dinero que va a utilizar y lo carga en una cuenta o bono de prepago. Las cuentas se van recargando a medida que se gastan.

Estos sistemas resultan cada vez más necesarios en el medio virtual, donde aumenta exponencialmente el número de productos digitales, como informes, periódicos en PDF, música, vídeos, etc, con precios pequeños. Asociaciones como Commercenet, en la que participan empresas como La Caixa entre otros, coinciden en que la implantación de sistemas de micropago eficaces supondrían un gran empuje para el comercio electrónico en la Red.

Enrique Dans, profesor y director del área de Sistemas y Tecnologías de Información del Instituto de Empresa, opina que “se trata de la opción lógica para muchos modelos de negocio”. “El micropago cubre un segmento muy importante, y aporta además unos niveles de seguridad muy razonables; bien en los mecanismos de acumulación o en los de comprobación de transacciones”, asegura.

Los pequeños pagos salen caros

Pero a pesar de ser cada vez más reclamados, estos sistemas no terminan de consolidarse. “Llevamos literalmente años, casi desde los albores del comercio electrónico, hablando de micropagos”, explica en su blog Dans. “Sin embargo” prosigue, “nunca ha llegado a haber ninguna alternativa verdaderamente exitosa y eficiente para este tipo de transacciones pequeñas”.

Dans también explica el motivo de su dificultad de implantación: “exigen una operativa muy eficiente y un nivel de comisiones muy bajo para poder ser rentables”. Es decir, que son pagos que por su pequeña cuantía ofrecen márgenes de beneficio muy ajustados. Es por ello que uno de los primeros escollos a la rentabilidad de estos sistemas reside en la comisión que el intermediario, una figura fundamental en el pago electrónico, cobra al vendedor por el uso de su sistema, dado que al pagador nunca se le descuenta ninguna cantidad.

El intermediario es quién facilita el sistema de pago y garantiza su seguridad. Para sustentar los costes del mismo, y obtener además un beneficio, éste necesita aplicar unas comisiones proporcionales al volumen de dinero movido. Cuando las cantidades movidas son bajas, la rentabilidad del sistema desciende y las comisiones se elevan, restándose del margen de beneficio del vendedor sobre el producto. En otras palabras, los pagos pequeños no resultan tan rentables como las cantidades de dinero grandes. Por eso hay resistencia a aceptarlos.

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