El desarrollo de las tecnologías pueden permitir que Chile de un salto, de ser un país exportador de materias primas (cobre, salmón, madera) a un país que exporte servicios. La actual era de la globalización nos debe permitir aprovechar las alternativas que las tecnologías de la información otorgan.
Nuestro país posee muy buenas condiciones de entorno, existen ambientes laborales aceptables y en materia de telecomunicaciones poseemos condiciones apropiadas. Sin embargo, nuestra debilidad se encuentra en la educación y en la capacidad productiva de nuestros trabajadores. Un trabajador chileno produce en promedio USD 12 versus un trabajador norteamericano que produce USD 36. Este tema está muy ligado a las capacidades y competencias que requieren nuestros trabajadores. También requerimos formar profesionales adecuados a las necesidades productivas. En la actualidad estamos formando más profesionales universitarios que técnicos y las necesidades a nivel nacional son inversas. La relación de profesionales universitarios versus técnicos en Chile llega a 11 a 1, siendo que en países desarrollados (OECD) la relación es de 2 técnicos contra 1 profesional. En la actualidad en nuestro sistema de educación superior existen aproximadamente 560.000 estudiantes, sin embargo más de 400 mil estudian en universidades públicas o privadas, sólo 90 mil estudian en Institutos profesionales y 60 mil en Centros de Formación Técnica. Frente a esta realidad requerimos un cambio, porque la transición de la era post industrial a la sociedad de la información abre grandes oportunidades, este mercado se espera que alcance los USD 50 mil millones para este año. Pero para alcanzar parte de esas ganancias se requiere de un trabajo organizado y que se cumplan ciertas condiciones, como en materia de propiedad intelectual, tema relevante para empresas transnacionales. Por otra parte, también se deben tomar en consideraciones factores claves como cargas regulatorias, simplificación de gestiones para iniciar empresas, en materias laborales y tributarias se deben adecuar a flexibilidades que permitan atraer inversionistas, un ejemplo a nivel mundial en este sentido ha sido Irlanda.
Sin embargo, el principal desafío que tiene Chile, es la educación, especialmente en términos de profesionales y técnicos capacitados en TI. Este tema se puede abordar en la medida que las personas tengan acceso a estudiar formación técnica de calidad. Hoy en Chile muy pocas personas estudian en carreras técnicas, todas las familias de las diversas clases sociales aspiran a que sus hijos asistan a la universidad, a carreras tradicionales y que tienen una duración curricular de 5 años, pero que en promedio la tasa de titulación excede esa cantidad de tiempo (7 años), también debemos estar atento a lo que ocurre en Europa donde se ha iniciado un cambio en este sentido a través del Acuerdo de Bolonia. Por otra parte, gran parte de estos estudiantes se forman en curriculum elaborados, la mayoría de las veces, bajo una concepción académica sin tomar en consideración las necesidades de la industria. Es allí donde surge la necesidad de evaluar los modelos de formación tradicional que responden a necesidades de la era postindustrial y no a los requerimientos de la sociedad de la información que estamos viviendo. La brecha entre empresa y academia se debe acortar, para ello se debe incentivar la formación técnica y en especial incentivar la utilización de los modelos de formación basados en competencias laborales que constituyen una alternativa a la forma tradicional de enseñar en la educación superior.
Otro factor que debe ser analizado para poder exportar servicios al mundo es la necesidad de masificar el conocimiento del inglés, hay países en América Latina que han comprendido la importancia de este idioma, en Chile no más del 2% de la población habla inglés, la importancia de esta lengua hoy están en los planes de educación, pero se debe insistir que sean planes a largo plazo pero con eficacia y eficiencia en el uso de los recursos.